El 13 de Marzo por la mañana partimos hacia la Comarca de Bilbo, la Compañía del Platillo Grande.
Éramos tres valientes que no temíamos a la difícil prueba a la que nos íbamos a enfrentar. Llevábamos nuestras mejores armas. Yo mi Caballo Orbeatus, hijo de Navarrus. Serafín su Massis hija de Catalanus y Juan Carlos su Botechia hija de Italianus. No podíamos fallar, daba igual si soplaba el viento, si llovía o si encontrábamos niebla. Cabalgaríamos hasta el final.
Llegamos a la Comarca en un día nublado y lluvioso, no cabía duda de que la oscuridad se extendía por todo el territorio. Pero no nos asustamos.
Hicimos la inscripción para la prueba y nos fuimos a reponer fuerzas a la Posada del Pony Pisador.
Después del ágape nos dimos una vuelta por el Rivendel de la Ría hasta el casco viejo.
Cansados ya de buscar Orcos nos volvimos a descansar a la Posada, parecía que a la tarde hacía mejor tiempo y dejaba de llover.
Después de descansar salimos a cenar y a tomar líquidos antes del gran día. Nuestra intención era cenar ligeros y volver a descansar para velar nuestras armas.
Pero nos encontramos con un malvado brujo que nos dio de beber un extraño líquido amarillo y con gas que nos nubló el conocimiento y nos retuvo en una cueva unas cuantas horas. Hasta que por fin pudimos escaparnos y volver a nuestra morada. Pero Mordor temblaba a nuestros pies y volvimos con problemas para mantener el equilibrio.
A la mañana siguiente, nublado y sin lluvia partimos hacia la zona de salida. Y empezamos nuestra epopeya.
El recorrido era precioso, hermosos valles, puertos rodeados de bosques, pero nosotros seguíamos atentos a lo que pudiera deparar la aventura.
Hacia la mitad del recorrido paramos para hacer aguas menores y nos dimos cuenta de nuestro error ya que no podíamos volver a introducirnos en la carrera porque una manada de Orcos Uruk-Hai no nos dejaba. Era tal la marea que venía a toda velocidad que tardamos un poco en volver a introducirnos en el grupo… Por lo cual tomamos la decisión de que si teníamos que volver a parar por el mismo motivo lo haríamos en una cuesta arriba, así los Orcos vendrían más despacio y podríamos hacerlos frente.
Un poco por aquí y un poco por allá, llegamos a los pies del monte del destino. Y nos pusimos a subir despacito, esquivando cadáveres de los guerreros de Gondor caídos en batalla. Y al final conseguimos coronar el monte y salió el Sol. Esta era la señal que nos enviaba Gandalf para avisar de nuestro triunfo. A partir de aquí adquirimos un ritmo endiablado, faltaban sólo 25 Km para el final y lo hicimos a galope tendido.
En la bajada llegué hasta una máxima de 72,5 Km/h y en esta parte no bajábamos de 40 Km/h. Fue un tramo emocionante, no vi nada de lo que me rodeaba pero llevar ese ritmo te hacía subir la adrenalina y la verdad es que lo disfruté un montón.
Una vez terminada la carrera y duchados, emprendimos el viaje de regreso, pero eso sí paramos en un poblado cercano a comernos un Chuletón regado con caldo de la Comarca que nos sirvió Galadriel como ofrenda a nuestras andanzas.
Perfil del Periplo
Mapa de la Comarca
Retenidos en la cueva del malvado brujo
Rodeados de Orcos Uruk-Hai
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